jueves, 8 de marzo de 2012

La comunicación, a nivel neurológico, se estimula con la actividad física

los niños de hoy día tienen menos oportunidades y menos tiempo dedicado a la interacción física y a la actividad motriz que los niños de todos los tiempos precedentes. La creciente cantidad de tiempo que pasan en actividades sedentarias durante los años preescolares y en las Escuelas Infantiles, así como en los cursos de Primaria, posiblemente ayude a los niños que ya tienen madurez física, pero con toda certeza no ayuda a los niños que aún no están físicamente preparados,( recordemos que éstos son el 48%); es más, les perjudica positivamente si no se fomenta ampliamente la movilidad, la acción-inhibición y demás destrezas motoras madurativas. ¿ Se hace así para dañar a los niños?

La actvidad física (naturalmente no se trata para nada de la “clase de Educación Física”) – a través de la estimulación motriz, auditiva, visual, de la función manual y cognitiva – importa muchísimo, tanto más cuanto más pequeños son los niños.

Hasta que el Sistema Educativo no se mentalice plenamente de la necesidad que tienen los niños de actividades físicas en todos los niveles del desarrollo, especialmente hasta los ocho años, un porcentaje cada vez mayor de niños continuará teniendo serias dificultades en los aprendizajes escolares iniciales, que son básicos. Estas dificultades son mayores cuanto más débil es la madurez del niño. Dañamos a los más débiles.

La consecuencia lógica de todo lo anterior es el presente y creciente fracaso escolar ya que estamos poniendo cimientos de arena al aprendizaje escolar de esos niños ¿Para dañarles?

Hoy estamos en condiciones, gracias a los avances de las neurociencias y a las experiencias que se llevan a cabo en diferentes partes del mundo (algunas en España), de ayudar eficaz y eficientemente a los niños para superar las habituales dificultades en el aprendizaje escolar. Naturalmente hay que prescindir de prejuicios, de clientelismo, de pactos, de LOGSE, LOCE,…, y otras legislaciones ancestrales para realizar una prevención-normalización con la mayoría de los niños. Y no seguir dañando a los más débiles.

Los niños, de cualquier edad, no son iguales entre sí. Este dato es capital en educación y mucho más en enseñanza.

Es, sin duda, maltrato infantil (por ignorancia o por negligencia) seguir “martirizando” a los más débiles sin dar respuesta a ese elevadísimo porcentaje de niños abocados al fracaso escolar, que a menudo es seguido por fracaso social más adelante.

La respuesta no es, por supuesto, “más de lo mismo”. Hoy eso está muy superado. ¡Pero seguimos dañando a los niños!

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