jueves, 8 de marzo de 2012

El 48% de los niños que inician Primaria no poseen las destrezas físicas indispensables para aprender normalmente en la escuela”. “El 35% de estos niños, dos años más tarde, en 3º de Primaria, mantienen todavía problemas de inmadurez física y muchos de ellos muestran bajos rendimientos en bases escolares. Son datos de diversos estudios realizados en Inglaterra por el Instituto de Psicología Neurofisiológica (INPP) y que son transferibles a España de forma casi idéntica, los resultados de nuestro Sistema indican que, en todo caso, aquí serían peores, lo que daña a muchos niños. Destaquemos ante todo que se trata de “inmadurez física” la cual tiene una gran incidencia en los aprendizajes escolares. El concepto “estar preparado físicamente” para iniciar la escolaridad no es nuevo, ni mucho menos, pero aquí nos lo pasamos por el forro ¿Para dañar a los niños?… ¿Por qué actualmente hay tal prisa por enseñar a leer desde los 3-4 años sin discriminación alguna sobre qué niños están preparados físicamente y quienes no? Ello “martiriza” a los más débiles. ¿ Se trata de dañar a los niños?… La preparación física no se desarrolla como resultado de estar en la escuela 6-7 horas al día, ni por estar “sentados” ante “la play”,los videojuegos, el ordenador ola TV... La aptitud física comienza en la interacción física con el medio y en el tiempo que pasa el niño con las personas que le atienden (preferentemente los padres que se preocupan), y sigue en las relaciones sociales. La aptitud física es importante porque realiza y refleja la madurez de las vías neuronales que intervienen en los complejos procesos de leer, escribir, resolver problemas, aprender en suma. Todas las elevadas destrezas para el aprendizaje requieren acción física y cooperación integradora entre el cuerpo y el cerebro. Y todo ello comienza por moverse el niño en el suelo. Leer, por ejemplo, requiere suficiente desarrollo de los movimientos oculares. Se trata de habilidades motoras que exigen control de esos movimientos. Si los movimientos son inmaduros e inestables, las letras, los números y las palabras pueden “bailar” en la página de forma que el cerebro las ve en desorden y el niño encuentra dificultades para decodificar los símbolos, construir las palabras y encontrar sentido (comprensión) en el escrito. La lectura se fundamenta también en la tradición oral y la habilidad para entender sonidos. Comienza con el desarrollo del lenguaje y el habla. El niño habla con su cuerpo antes de articular palabras, utilizando el lenguaje postural, gestual y la entonación para hacerse entender. El deseo de comunicarse utilizando palabras es innato sólo parcialmente, depende más de los estímulos del medio: que se le hable mucho y se le escuche a lo largo del día y cada día en los años pre-escolares. “Las semillas del lenguaje se siembra a través de experiencias senso-motrices” (Sally Goddard). Escribir es una habilidad motora muy fina que requiere coordinación entre mano y ojos apoyados por la postura. Un niño con problemas posturales encuentra muy difícil sentarse derecho y coordinar diferentes partes de su cuerpo. El desarrollo postural en los primeros años se estimula mediante la interacción con el medio y el proceso del juego físico. De nuevo es la actividad motriz la que comanda el desarrollo postural. Las matemáticas, además de entender el significado de los números, implican múltiples interacciones entre las dos mitades del cerebro para resolver problemas y aplicar conceptos conocidos; exigen también la habilidad para seguir una secuencia de operaciones mentales (en la suma, por ejemplo), secuencia que controla la parte del encéfalo llamada cerebelo, que es el primer responsable de armonizar la coordinación de las actividades motoras. Las secuencias se aprenden haciéndolas; en otras palabras, a base de repetir acciones físicas, practicandoEl 48% de los niños que inician Primaria no poseen las destrezas físicas indispensables para aprender normalmente en la escuela”. “El 35% de estos niños, dos años más tarde, en 3º de Primaria, mantienen todavía problemas de inmadurez física y muchos de ellos muestran bajos rendimientos en bases escolares. Son datos de diversos estudios realizados en Inglaterra por el Instituto de Psicología Neurofisiológica (INPP) y que son transferibles a España de forma casi idéntica, los resultados de nuestro Sistema indican que, en todo caso, aquí serían peores, lo que daña a muchos niños. Destaquemos ante todo que se trata de “inmadurez física” la cual tiene una gran incidencia en los aprendizajes escolares. El concepto “estar preparado físicamente” para iniciar la escolaridad no es nuevo, ni mucho menos, pero aquí nos lo pasamos por el forro ¿Para dañar a los niños?… ¿Por qué actualmente hay tal prisa por enseñar a leer desde los 3-4 años sin discriminación alguna sobre qué niños están preparados físicamente y quienes no? Ello “martiriza” a los más débiles. ¿ Se trata de dañar a los niños?… La preparación física no se desarrolla como resultado de estar en la escuela 6-7 horas al día, ni por estar “sentados” ante “la play”,los videojuegos, el ordenador ola TV... La aptitud física comienza en la interacción física con el medio y en el tiempo que pasa el niño con las personas que le atienden (preferentemente los padres que se preocupan), y sigue en las relaciones sociales. La aptitud física es importante porque realiza y refleja la madurez de las vías neuronales que intervienen en los complejos procesos de leer, escribir, resolver problemas, aprender en suma. Todas las elevadas destrezas para el aprendizaje requieren acción física y cooperación integradora entre el cuerpo y el cerebro. Y todo ello comienza por moverse el niño en el suelo. Leer, por ejemplo, requiere suficiente desarrollo de los movimientos oculares. Se trata de habilidades motoras que exigen control de esos movimientos. Si los movimientos son inmaduros e inestables, las letras, los números y las palabras pueden “bailar” en la página de forma que el cerebro las ve en desorden y el niño encuentra dificultades para decodificar los símbolos, construir las palabras y encontrar sentido (comprensión) en el escrito. La lectura se fundamenta también en la tradición oral y la habilidad para entender sonidos. Comienza con el desarrollo del lenguaje y el habla. El niño habla con su cuerpo antes de articular palabras, utilizando el lenguaje postural, gestual y la entonación para hacerse entender. El deseo de comunicarse utilizando palabras es innato sólo parcialmente, depende más de los estímulos del medio: que se le hable mucho y se le escuche a lo largo del día y cada día en los años pre

El 48% de los niños que inician Primaria no poseen las destrezas físicas indispensables para aprender normalmente en la escuela”.

“El 35% de estos niños, dos años más tarde, en 3º de Primaria, mantienen todavía problemas de inmadurez física y muchos de ellos muestran bajos rendimientos en bases escolares.

Son datos de diversos estudios realizados en Inglaterra por el Instituto de Psicología Neurofisiológica (INPP) y que son transferibles a España de forma casi idéntica, los resultados de nuestro Sistema indican que, en todo caso, aquí serían peores, lo que daña a muchos niños.

Destaquemos ante todo que se trata de “inmadurez física” la cual tiene una gran incidencia en los aprendizajes escolares.

El concepto “estar preparado físicamente” para iniciar la escolaridad no es nuevo, ni mucho menos, pero aquí nos lo pasamos por el forro ¿Para dañar a los niños?…

¿Por qué actualmente hay tal prisa por enseñar a leer desde los 3-4 años sin discriminación alguna sobre qué niños están preparados físicamente y quienes no?

Ello “martiriza” a los más débiles. ¿ Se trata de dañar a los niños?…

La preparación física no se desarrolla como resultado de estar en la escuela 6-7 horas al día, ni por estar “sentados” ante “la play”,los videojuegos, el ordenador ola TV...

La aptitud física comienza en la interacción física con el medio y en el tiempo que pasa el niño con las personas que le atienden (preferentemente los padres que se preocupan), y sigue en las relaciones sociales.

La aptitud física es importante porque realiza y refleja la madurez de las vías neuronales que intervienen en los complejos procesos de leer, escribir, resolver problemas, aprender en suma. Todas las elevadas destrezas para el aprendizaje requieren acción física y cooperación integradora entre el cuerpo y el cerebro.

Y todo ello comienza por moverse el niño en el suelo.

Leer, por ejemplo, requiere suficiente desarrollo de los movimientos oculares. Se trata de habilidades motoras que exigen control de esos movimientos. Si los movimientos son inmaduros e inestables, las letras, los números y las palabras pueden “bailar” en la página de forma que el cerebro las ve en desorden y el niño encuentra dificultades para decodificar los símbolos, construir las palabras y encontrar sentido (comprensión) en el escrito.

La lectura se fundamenta también en la tradición oral y la habilidad para entender sonidos. Comienza con el desarrollo del lenguaje y el habla. El niño habla con su cuerpo antes de articular palabras, utilizando el lenguaje postural, gestual y la entonación para hacerse entender. El deseo de comunicarse utilizando palabras es innato sólo parcialmente, depende más de los estímulos del medio: que se le hable mucho y se le escuche a lo largo del día y cada día en los años pre-escolares. “Las semillas del lenguaje se siembra a través de experiencias senso-motrices” (Sally Goddard).

Escribir es una habilidad motora muy fina que requiere coordinación entre mano y ojos apoyados por la postura. Un niño con problemas posturales encuentra muy difícil sentarse derecho y coordinar diferentes partes de su cuerpo. El desarrollo postural en los primeros años se estimula mediante la interacción con el medio y el proceso del juego físico. De nuevo es la actividad motriz la que comanda el desarrollo postural.

Las matemáticas, además de entender el significado de los números, implican múltiples interacciones entre las dos mitades del cerebro para resolver problemas y aplicar conceptos conocidos; exigen también la habilidad para seguir una secuencia de operaciones mentales (en la suma, por ejemplo), secuencia que controla la parte del encéfalo llamada cerebelo, que es el primer responsable de armonizar la coordinación de las actividades motoras. Las secuencias se aprenden haciéndolas; en otras palabras, a base de repetir acciones físicas, practicando

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